martes, 2 de diciembre de 2014

Los niños




photo credit: Kat Gloor via photopin cc



Siempre me han gustado los niños y me he dado cuenta que por lo general ellos tienen mucho más que enseñarnos que un adulto, porque son libres de prejuicios y en sus ojos y sonrisa está la promesa de un futuro que es tan presente como la lluvia de invierno.

De los niños aprendi que hay que reír con soltura y sin miedo. Que si vamos a abrazar a alguien, hay que hacerlo con fuerza y sin prisa, como el niño que se aferra a quien quiere y de quien se siente suyo. Si hay que correr de algún lado para otro que sea por que vamos detrás de un sueño o de un ideal, de una causa o de nuestra pasión más fuerte y no meramente detrás de una rutina que nos deja vac

ía de anhelos cumplidos. Ellos me  enseñaron que hay que creer en las promesas contra todo pronostico, porque un niño no sabe dudar cuando se siente amado. Que si vamos a besar hay que hacerlo de forma espontánea y solo porque si…porque buscarle una razón a algo del corazón por lo general estropea las cosas. Aprendí que hay que ser el primero en decir “Te quiero”, y hay que hacerlo sin miedo y sin ningún motivo en especial, solo por que si, por que se siente adentro. Porque no es suficiente que la otra persona lo sepa, es necesario recordárselo las veces que sea necesario. Que si hay que llorar, hay que hacerlo sin vergüenza, porque las lagrimas que no se liberan lo terminan por ahogar a uno tarde o temprano. Que tu compañía es un regalo demasiado valioso y solo debe ser compartido con quien te merezca… y que donde quiera que la vida nos lleve que nos sorprenda siendo niños. Sonriendo. 



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