domingo, 11 de enero de 2015

Pintores o escultores



photo credit: dr.snitch via photopin cc


Las historias importan porque cuentan algo. Importan  porque relatan un suceso, una vida y la memoria de ésta. Importan porque ocupan tiempo y espacio, pero sobre todas las cosas importan porque despiertan emociones. Crecí  en medio de hojas de papel con vidas ajenas de las cuales fui parte. Creí en medio de paisajes mentales y en medio de hombres y mujeres que nunca vi, pero que tuve la dicha de conocer a través  de eso que decían de ellos. 

Estoy convencido que un libro puede ser uno de los regalos más románticos que se puede obsequiar. Los libros son ramos de rosas y hojas que no se marchitan con el tiempo. En ellos se encierra la invitación a un sueño de ojos abiertos. Muy pocas cosas tienen el poder de abrazar sin tocarte, como escucharle narrar las historias y las letras que brotaron de sus dedos, mientras la intensidad de su mirada invade ese océano de secretos,  de ilusiones y anhelos no contados que brotan desde adentro y se dejan ver por los ojos, haciendo evidente una espera tierna que mira al cielo en silencio. 

La época navideña terminó y con ella vuelve a nacer la intención de marcar un nuevo inicio y escribir una nueva historia. Se nos olvida que ésta está presente e ignorada cada atardecer del año. Todos quieren ser arquitectos de su propio destino, pero nadie quiere ser el albañil del mismo.  Nada está escrito si no se escribe y mientras no se plasme en palabras labradas por acciones aquello que queremos,  seguiremos siendo soñadores de realidades ausentes, cuando podríamos pagar el precio de ser el o la protagonista de nuestros sueños. Obreros o carpinteros. Pintores o escultores. Sin importar lo que nos halla tocado ser en esta vida, que los amaneceres nos sorprendan escribiendo.

Escribir tiene que ver con una elección de contar algo que todavía no ha pasado. Todos somos responsables de lo que sea que hallamos escrito en este extenso pedazo de papel llamado vida. Estamos hoy aquí y ahora y cada quien debe empezar a decidir qué clase de recuerdos desea leer, al recordar.

Escribimos todos los días, ya sea con palabras, con acciones o incluso gestos. Las posibilidades son infinitas y se empiezan contando y escribiendo una a una. Hay alguien que está buscando leerte, para entonces escribirte y cuando ese día llegue, y aún sin saberlo su sonrisa más simple se convertirá en el toque más gentil y cálido que hayas imaginado. Hasta entonces escribe.

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