domingo, 1 de septiembre de 2013

Un Cuento sin Nombre








photo credit: osamukaneko via photopin cc


                         ––– Una noche como cualquier otra –––                       

Me presenté tal como lo había prometido, mi visita no resultó como yo esperaba, pero supongo que fue más de lo que ella imaginaba. Tres meses han transcurrido desde la última vez que la vi, cinco meses desde la última vez que le hablé. Dieciséis meses desde la primera vez que me habló.  

La conocí en una conferencia de negocios a la que asistí con mucha expectativa atendiendo a la invitación de un amigo. Todavía recuerdo el olor del café  al entrar al salón. Allí estaba ella cerca de la plataforma rodeada de amigos y amigas. No tengo ni la menor de idea de que hablaban, pero alguna razón presentí que ella no quería estar ahí, la mire fijamente a los ojos y me gustaría decir que ella hizo lo mismo, pero estaría mintiendo. Procedí a llenar la boleta de asistencia, la cual era un requisito para poder escuchar la conferencia. Camine lentamente hacía la mesa donde servían la comida, pedí un taza de café con un cucharadita de azúcar. Mientras me servían el café yo miraba a mi alrededor, toda ésta escena parecía  sacada de una película donde la gente rica se reúne en eventos de caridad a presumir lo fabulosa que es su vida. Yo, en mi caso decidí sentarme mientras revisaba mi reloj para asegurarme de que había llegado a tiempo. Ya no recuerdo cual fue el motivo por el cual el orador se presentó tarde esa noche, pero si recuerdo perfectamente las palabras que ella me dijo al acercarse a mi.

––Leer un libro en lugar como este es una buena excusa para evitar hablar con las personas.
––Sólo trato de aprovechar un poco el tiempo, el orador todavía no ha llegado ––le dije mientras recostaba mi espalda en el respaldo de la silla y la        miraba directo a los ojos.

Ella no respondió, únicamente sonrió mientras miraba fijamente su taza de café. De pronto sentí como si la hubiera conocido, tuve la sensación de que éramos viejos amigos, de manera que no era necesario llenar espacios con palabras vacías para que nuestra pequeña conversación no estuviera ausente de sustancia.  No sé exactamente que era lo que ella pensaba, pero me atrevería a pensar que por un momento quiso sentarse a mi lado, sin embargo después de un sorbo de café se despidó y allí me dejó con una sonrisa en el rostro. El resto de la noche fue realmente agradable, el orador se presentó y disertó una gran conferencia sobre la importancia de perseguir tus sueños a toda costa. La velada terminó y me retire pensando si acaso la volvería a ver. A medida que caminaba lentamente y escuchaba la serenata de grillos que cantaban a la luna, yo me preguntaba si mi amigo la conocería, de más esta decir que él no se presentó. 

Llegué al parqueo, abrí la puerta del carro, entré y antes de encender el carro suspire mientras en mi mente recreaba el escenario completo del momento cuando ella me habló. Cerré los ojos al mismo tiempo que encendía el carro y me dirigía a mi casa pensando que hacer para volverla a ver.



photo credit: Niels Linneberg via photopin cc
                                                         

                                                                     ––– La foto  ––––

Héctor estaba entusiasmado. Sus fotos habían sido lo suficientemente buenas como para presentarlas en la final de la Galería de Fotos de la Municipalidad. Esa tarde nos habíamos reunido todos los amigos más cercanos en la casa de Roberto. La noticia de la exposición nos alegró a todos y de una forma genuina nos habíamos reunido a celebrar el logro ajeno. Platicamos acerca de los nuevos proyectos que cada uno tenía sobre la fotografía. En lo que a mi respecta, yo era el más novato de todos. A decir verdad, ni siquiera tenía una cámara, pero mi pasión por aprender me permitía rodearme de personas hábiles que estaban dispuestos a enseñarme todo cuanto sabían a la velocidad de mi interés.  

La fila para entrar era ya larga y a pesar de llegar relativamente temprano, había una gran cantidad de personas esperando para entrar. El cielo lucía sus mejores galas. Muchos de los fotógrafos en la fila se lamentaban el no tener su cámara cerca para congelar dicho espectáculo de colores. Es que los atardeceres de noviembre son tan contradictorios. Sus colores cálidos merecen ser congelados por el dulce frío que el viento sabe provocar solo en esa época del año. Me sentía emocionado, era la primera exposición a la que asistía.
––Es importante estudiar cada detalle ––me dijo Manuel mientras se ajustaba la corbata de color rojo y movía el cuello a los lados ––. Los pequeños detalles hacen una gran fotografía y solo si logras transmitir eso, tu fotografía puede llegar a ser muy valiosa. Asentí y le pregunté acerca de las fotografías abstractas y todo el arte escondido en ellas.
–– ¿Cómo puedo entender lo que el autor de la foto quiso transmitir si no hay un concepto claro? –– Intente formular mi pregunta de una manera más sencilla –– Si no entiendo una foto, ¿de qué manera puedo apreciar algo que no entiendo? –– Ya lo entenderás ––sonrió mientras me daba palmadas en la espalda ––. Asistir a Galerías donde expongan todo tipo de fotografía es elemental para formar un juicio propio, ya conseguirás apreciar el arte abstracto. Encogí los hombros al mismo tiempo que mis labios dibujaban una leve sonrisa.

Las personas empezaron a entrar al recinto donde los expositores  nos esperaban para mostrar su trabajo, así mismo nosotros empezamos a avanzar. Manuel era un gran fotógrafo, pero en esa ocasión no quiso participar, sino solamente apreciar el arte de sus colegas. Al fin entramos, aquel lugar era muy elegante, las lámparas coloniales me recordaban a la casa de mi abuela. Nuestro amigo era uno de los últimos  de la sección de Fotografía Contemporánea, sus fotografías eran sutiles, bellas, crudas y conmovedoras. Niños bebiendo agua de estanque, señores con sonrisa vacía, reflejando pena o dolor. Bebés raquíticos llorando de hambre, una anciana con las manos extendidas al cielo, rogando misericordia, entre otras. En fin una gran colección de emociones espontáneas y genuinas. Todos felicitamos a nuestro amigo por su gran trabajo. Las fotografías estaban a la venta y me alegra decir que al final de la noche, logró venderlas, casi todas.

Nos dividimos y cada quien fue a ver el trabajo de otros fotógrafos, habían muchos y era muy probable que no te alcanzará el tiempo para ver y apreciar, estudiar y criticar todas las fotos que se expusieron esa noche. Empecé a subir las gradas hacía el segundo nivel, mientras me imagina lo grandioso que sería exponer tu trabajo en un lugar como ese. En el piso de arriba no había tanta gente como en el primero. A muy pocos les interesa el arte abstracto, o muchos como yo no lo pueden entender. Todas las fotografías eran raras, colores, y formas sin sentido. No podía permanecer mucho tiempo observando, simplemente no sabía que ver o dejar de ver. Pero una de todas me llamó la atención, era la última del primer bloque. La vi cuando apenas empezaba a caminar por los largos pasillos de paredes blancas, pero no le di mucha importancia. Además una muchacha y una anciana ya permanecían ahí admirando, supongo, la fotografía. Me acerqué, para ver que podía ser tan interesante, revisé mi reloj y alrededor de veinticinco minutos habían transcurrido desde el momento en que las vi contemplando la misma foto. La fotografía mostraba a una mujer de color turquesa,fucsia y púrpura. Era simplemente hermosa, me acerqué un poco más para verla de cerca. Cada detalle de su rostro era excepcional.
De pronto, la muchacha se dirigió a la mujer que tenía a su lado.
––Creo que ha sido suficiente por hoy, abuela. –– La mujer de pelo blanco no respondió palabra alguna, solo asintió con la cabeza y se dio la media vuelta para marcharse. Antes de que ella se moviera y mientras nuestras miradas se fijaban en aquella mujer de la pared, sin voltearla a ver le dije –– Encantadora, supongo que esa esa la palabra correcta.
––Yo creo que sí–– dijo mientras sonría y dirigía su mirada hacía mi, al momento de marcharse, sin decir nada más.  

En algún lugar escuche que una imagen dice más mil palabras. Esa noche comprobé que el dicho es una mentira. No necesito mil palabras sino un silencio extenso para expresar lo que siento al recordar esa imagen. Pero no, no me refiero a la fotografía colgada en la pared, sino a la imagen y el recuerdo de sus ojos y sonrisa. Ella era la muchacha que hacía nueve meses no había vuelto a ver.


                                                                        –– Volverla a ver ––

––Te felicito, me alegra verte sobresalir en tu profesión –– me despedía de Hector con un fuerte abrazo.
––Gracias por venir.  Pero sobre todo gracias por comprar algunas de mis fotos. Aunque me hubiera gustado que salieras de aquí solo con fotos mías.–– su comentario me dio más risa que pena ––. Nos vemos el domingo. ––me dijo al despedirse.

Todos nos retiramos, excepto yo. Todos mis amigos se habían retirado, incluso yo, pero mi mente permanecía al final de ese pasillo. Me reprochaba a mi mismo por no haber corrido tras ella. Es realmente interesante lo ingeniosa que puede ser la mente cuando ya no está sometida a  tanta tensión. Al llegar a casa se me ocurrieron al menos siete maneras distintas en las cuales pude haber abordado una conversación mientras mirábamos aquella foto. Me imaginé que pasaría lo mismo que ocurrió la primera vez que la vi. Solo era cuestión de esperar algunos días y la volvería a olvidar como lo pude hacer la primera vez. Pero eso nunca pasaría. De hecho nunca la olvide. Los días se hicieron semanas y las semanas se hicieron meses. Tres para ser exacto.

La última vez que la vi fue la tarde que me baje del avión en Miami. Era un viaje de negocios prometedor. Me dirigía a Ohio para cerrar un negocio con un cliente muy importante, y me era necesario hacer una escala en la Tierra de Disney. Mis planes consistían atender mis reuniones de trabajo para luego poder regresar  a las playas de Miami y descansar de todo el trajín que el mundo de los negocios provoca. Empecé a caminar para formarme en la fila de pasajeros que abordarían tercera clase. Si quería pasar unos días de vacaciones no podía darme el lujo de viajar en primera clase. Además a quien le importa ir en primera clase, si ambas clases llegan a su destino.
––Pasajeros de primera clase con destino a Ohio, abordar por el Gate número dos–
Las personas que viajan en Primera Clase son las que  inician abordando el avión y  se sientan hasta adelante, en la sección más próxima a la cabina. De manera que cuando uno llega a su destino, estos pasajeros no tienen que esperar a nadie para salir del avión. Una pareja de ancianos de unos ochenta y cinco años fueron los primeros en formarse en la cola de primera clase. Posterior a ellos estaban dos señoras alemanas que no paraban de hablar y de reír. Como sabía que tenía que esperar que la primera clase abordara decidí jugar ajedrez en el celular. Nunca le gano a la maquina, pero valía la pena probar otra vez mientras los adinerados entraban en el avión.

A mitad de partida el cuello me empezó a doler. Hice un movimiento circular mientras movía la cabeza de izquierda a derecha. En el momento preciso cuando terminaba de trazar el circulo imaginario. La logré ver entrando en el Gate número Tres. Fue sólo por un instante, pero es imposible que alguien como yo olvide un rostro como el de ella. No fue su aparición inesperada lo que me dejó estupefacto, sino el destello de su dedo anular al momento de recogerse el cabello mientras la persona de al lado entregaba ambos pasaportes.

Ya pasó tiempo suficiente desde aquella tarde. Aunque ya no la he vuelto a ver, es imposible no recordarla. Ella es lo primero que observo al despertarme y sentarme en mi cama por las mañanas y lo último que veo al acostarme por las noches. ¿Cómo olvidarla? si todavía permanece colgada en mi pared, la foto que compré en la exposición de Hector. Aquella foto abstracta de la mujer de color turquesa, fucsia y púrpura. La foto de la mujer que nunca volví a ver.
photo credit: kaneda99 via photopin cc 


Empecé a escribir este relato hace algunas semanas. Nunca lo hice con la intención de publicarlo en el blog, pues hasta ese entonces todavía no me decidía por crearlo.

Ayer que hice la primera entrada explicando el nombre, no se me ocurrió otra cosa que publicarlo. Creo que el concepto de Festina Lente está escondido de una u otra forma en este cuento.


¿Qué te pareció? o mejor aún, ¿Qué hubieras hecho en mi lugar?

Todavía no decido como llamarlo. ¿Qué nombre le ponemos?

Gracias por leer y comentar.







12 comentarios:

  1. Me encanto tu cuento :)
    El nombre esta bien asi, me encanto tratar de imaginar de que trataria con solo leer el titulo y al final dejar volar mi imaginacion tratando de ponerle un nombre. Le puse un nombre pero me lo guardo para dejar que los demas lectores le pongan un nombre, uno de su propia imaginacion.

    -Ale

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    1. Primero que nada, bienvenida al Blog. Segundo, muchas gracias por tus palabras. A mí también se me ocurrió un nombre, por el momento al igual que tú, me lo guardo. La próxima entrada será el martes en la noche.

      Saludos!

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  2. Felicitaciones Leví, me parece que tenés un gran capacidad para expresarte por este medio, tu historia es una clara muestra, mantuviste mi interés y me identifiqué mucho con la misma, te podría decir que de haber sido el protagonista hubiese hecho mil cosas distintas, con tal de no haberla dejado marchar sin saber más de ella, pero creo que sería mentir, ya que precisamente cuando más deseamos algo es cuando más inseguros nos sentimos. Yo le pondría de título: "Motivado por fé"

    HQ

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    1. Muy acertada tu propuesta de nombre para el cuento. Que bueno que te gustó. Gracias por las palabras, supongo que con este cuento se sintieron identificados varios, creo que es porque es muy honesto. Nos leemos el martes.

      Saludos!

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  3. Uffffffffffffff Nivel, te lleva al momento, te envuelve en la trama. me gusta este Blog

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  4. Tengo un nudo en la garganta al saber que lo que acabo de leer es de mi propia sangre, estoy muy orgulloso de vos y en lo que te estas convirtiendo, sos mi ejemplo a seguir en muchas areas.


    Tu Hermano

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  5. Leo influencia de E. Sabato!! Excelente relato. Te comparto mi blog, de vez en cuando también escribo. http://pepeguillenr.blogspot.com/

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  6. LIKE... Quedé picada --' Quiero más, las tardes son muy largas para quedarse así. Corto pero bueno, yo sentí que leí algo como "Eternamente en tu mirar"...

    ¿Que hubiera hecho yo? Creo que mil cosas... claro, eso solo en mi mente, los nervios me traicionan.

    Te espero el martes por aquí. Chaoo

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